domingo, 30 de noviembre de 2014

Natalia

Deseo que seas feliz,
Que la vida te llene de alegría.
El futuro que llega será difícil
Pero tú, mujer, podrás con este.

Natalia, las cosas han cambiado tanto,
Me sorprende tu madurez,
Tu carisma.

Espero que ese corazón nuevo
Lata fuertemente dentro de ti.
Que al nacer,
Ese pequeño cuerpo
Se colme de bendiciones.

Natalia, me hace feliz la noticia,
Aunque no suela estar de acuerdo con el tema.
Es increíble como una nueva vida
Toca el corazón de muchos.

Quedo atenta,
Para que mis brazos en algún momento lo reciban,
Para murmurarle palabras de amor,
Para que mis ojos brillen con lágrimas de felicidad.

A pesar de la distancia
Ahí estaré,
Pensándoles desde lo profundo,
Queriendo lo mejor para ustedes.


Daniela Alejandra González Caicedo

Julio/2014



domingo, 20 de julio de 2014

El rostro del sol

Desierto de la Tatacoa, Huila, Colombia
La brisa limpiaba mis lágrimas,
Que semejaban gotas de rocío
En los pétalos de mis mejillas.

El cielo, aún dormido,
Adornado de brillantina
Acariciaba con un suave murmullo
El soñar de mi alma.

Todo permanecía en calma,
Las nubes,
Parecían tumultos de diáfanos velos,
Que se acumulaban formando remolinos.

En las faldas de las nubes,
La niebla se recostaba,
Refrescando los pastos esmeralda.

Mi cuerpo se dejó caer entre hojas,
Mis ojos entre abiertos
Seguían una tras una las estrellas
Que danzando se perdían en el horizonte.

Sentí entonces sus grandes brazos
Que se extendían por el firmamento,
Es tan bello, tan perfecto.

Rozó mi piel con sus rayos,
Me quedé allí, quieta,
Para contemplarlo adornado con la aurora.

Que espectáculo más bello,
Entre el sonido del agua,
El trinar de las aves,
Entre las ramas se asomaba.

Con mi alma ya atenta,
Pude entonces contemplar
El rostro del sol.



Daniela Alejandra González Caicedo

sábado, 31 de mayo de 2014

A tu lado

Llenar mis manos con tu rostro
y como todas las veces,
ponerme a contar tus pestañas inmensas,
querer ser diminuta para dormir en ellas.

Observar tus ojos
que están llenos de magia,
que con cada mirada
endulzan la vida.

Quedarme tan quieta
entre tus brazos,
para que mis oídos se encanten
con el ritmo de tu corazón.

Encontrar la paz que me falta
al estar en tu pecho amplio,
sentirme protegida
con esas alas tuyas que no puedes ver.

Y flotar entre nubes
con las manos unidas,
agradeciendo al destino
por traerte hasta mi.

Decirte mis secretos,
contarte mis días,
restar las tristezas
para sumar tus sonrisas.

Murmurar que "Te amo"
y decirte que me haces feliz,
porque cada momento
que paso a tu lado
se vuelve infinito para mi.



Daniela Alejandra González Caicedo

jueves, 22 de mayo de 2014

Volver

Pienso que a veces me ignoras,
que no hay tiempo,
faltan palabras...

Sé que no es el mismo sentimiento,
que tu la amas.
Tal vez no fue justo aparecer ahora.

¿Por qué esperaste tanto?
¿Por qué no diste tú la señal?
Aunque dibujara felicidad
guardaba tu imagen en mi.

Pienso que a veces
te sientes incómodo,
que respondes por decencia.

¿Y si mejor volvemos a lo mismo?
Si fingimos que nos olvidamos,
si guardamos de nuevo nuestros recuerdos.

Mejor anulo mis sueños contigo,
mis noches de espera.

Dejaré de enviarte besos con el viento,
de amarrarle deseos a las nubes,
para que no te lluevan caricias
y no te empapes de mi amor.

¿Por qué sigues allí?
No te puedo sacar de mi cuerpo
aunque tus manos nunca me hayan tocado,
aunque mi cabello no conozca tus besos.

Siempre vuelves y desordenas mi vida,
Me haces desear que todo hubiera sido diferente.
No puedo unir los caminos,
no puedo devolverte lo que sentías.

No quiero llorar,
menos desearte de nuevo.
¿Qué es esto que vuelvo a sentir?
Me haces dudar otra vez.

Imaginaré que corro a tus brazos,
que ya estarán llenos.
Sonreiré a lo lejos para perderme una vez mas.
Para dejarte ser feliz,
para que no vuelvas a estar solo por tanto tiempo.

Al final dirás que estoy joven,
que aún falta mucho.
Pero hoy como hace tantos años
Me ato nuevamente a ti.



Daniela Alejandra González Caicedo

jueves, 15 de mayo de 2014

Amor


Déjame sonreírte, amor,
mientras muevo mis recuerdos,
mientras corro de lado a lado
organizando versos.

Pensar que aún te quiero,
porque como dijiste la última vez:
"Yo siempre te querré,
por que el amor cuando es verdadero
nunca muere"

Porque canto con tu voz olvidada
las canciones que me regalaste,
las envolví en suspiros
para guardarlas en mi corazón.

Déjame serte sincera, amor,
que aunque me he callado por años,
siempre he tenido tu nombre
en el borde de mis labios.

Te esperé tarde en la noche,
pensé que llegarías con la aurora
para rozar mis mejillas contra tu pecho,
para sentir tu piel en mi boca,
para recibir los besos escritos.

Amor, déjame volver,
aunque tal vez nunca me haya ido.



Daniela Alejandra González Caicedo

viernes, 25 de abril de 2014

Melodía

Sentado a la orilla de mi mirada,
Elevado entre tus pensamientos,
Con los ojos brillantes y soñadores
Así me esperabas ese día.

Con estrellas entre tus manos,
Con los pies puestos en el cielo,
Suspirando bocanadas de brisa,
Desamarrando la luna del firmamento.

Con una corona hecha de aurora,
Enredando mi voz en una guitarra,
Murmuraba mi amor para ti.

Porque aunque no me lo esperaba,
De una manera muy extraña
Nuestras vidas encajaron
Como una perfecta melodía.

Entonces,
Nos vimos envueltos entre líneas,
Pentagramas y luceros
Abrazaban nuestros cuerpos.

Y entre notas de diferente tonalidad
Mis labios se abrieron hacia ti como rosa,
Para brindarte besos y cantos,
Para decirte cuanto te quiero.

Porque al final esta partitura,
Escrita con mis pálpitos,
Solo termina con un final único
Como tú.



Daniela Alejandra González Caicedo

viernes, 18 de abril de 2014

Ella, la que leyó a García Márquez

Tomó el libro que comenzaría a leer,
saltó las páginas sin encontrar el final.

Ella que siempre leía el último párrafo
tuvo que respirar profundo,
aguantar la curiosidad
y dejarse embriagar.

Se enredó entre cabellos rojos.
Siguió los pasos de la inocencia.
Era una Sierva María de los Ángeles,
Una niña entre sirvientes.

Era todo lo que las letras describían,
porque podía serlo.
Tenía la imaginación atada a la fantasía.

Ella no quería dormir,
quería seguir soñando
con el correr de la historia.

Se enamoró de un sacerdote,
se enamoró de esa niña,
de la poesía,
de lo increíble.

Ella nunca fue obligada,
tuvo la suerte de encontrar un libro más.

Quiso un collar con un pescadito de oro,
esos que hacía el coronel en el día
y fundía para rehacerlos al siguiente amanecer.
Deseó conocer el hielo con admiración,
como si fuera la primera vez.

Ella veía todo lo que el mago había descrito,
palpaba con sus pequeños dedos
aquellas letras que la elevaban.

Anheló verse rodeada de mariposas amarillas
Y perdió el aliento cuando leyó el final,
al entender el porqué de "Cien años de soledad"

Ella lloró, como siempre lo ha hecho,
porque su corazón se dejó tocar.
Porque no hay razón mas bella para estremecerse
que una buena historia.



Daniela Alejandra González Caicedo