domingo, 20 de julio de 2014

El rostro del sol

Desierto de la Tatacoa, Huila, Colombia
La brisa limpiaba mis lágrimas,
Que semejaban gotas de rocío
En los pétalos de mis mejillas.

El cielo, aún dormido,
Adornado de brillantina
Acariciaba con un suave murmullo
El soñar de mi alma.

Todo permanecía en calma,
Las nubes,
Parecían tumultos de diáfanos velos,
Que se acumulaban formando remolinos.

En las faldas de las nubes,
La niebla se recostaba,
Refrescando los pastos esmeralda.

Mi cuerpo se dejó caer entre hojas,
Mis ojos entre abiertos
Seguían una tras una las estrellas
Que danzando se perdían en el horizonte.

Sentí entonces sus grandes brazos
Que se extendían por el firmamento,
Es tan bello, tan perfecto.

Rozó mi piel con sus rayos,
Me quedé allí, quieta,
Para contemplarlo adornado con la aurora.

Que espectáculo más bello,
Entre el sonido del agua,
El trinar de las aves,
Entre las ramas se asomaba.

Con mi alma ya atenta,
Pude entonces contemplar
El rostro del sol.



Daniela Alejandra González Caicedo

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