martes, 28 de mayo de 2013

Carta


No he sabido como decirle que lo extraño. Es difícil, o simplemente así quiero verlo. Ya no estoy enamorada de usted, pero no podría evitar decir que aún quiero a la persona que conocí. A veces, me siento cobarde al verlo caminar a mi lado y sé que mis mejillas se tornan rojas y que sus ojos se han fijado en ello. ¿Por qué nos convertimos en desconocidos? Es una pregunta que a veces me martilla el pensamiento, que luego, después de mucho repetirla se empapa de recuerdos. Y es eso, mi querido infante lo que sucede, me gusta recordarlo con su cámara o la mía, con su sonrisa y con sus largas pestañas donde algún día quise soñar. Deseé muchas veces quedarme en su mirada para intentar ver su mundo, pero es algo imposible, solo usted puede retratar las cosas como las imagina. ¿Se acuerda que dijimos que un día podríamos volver a salir a tomar fotografías?, aun no comprendo cómo no he sido capaz de al menos invitarle un café.

Ya ha pasado un buen tiempo y necesitaba escribirlo, no espero nada, no sé si lo lea. Solo quería decirle que es agradable sonreír al pensar en usted.



Daniela Alejandra González Caicedo

sábado, 11 de mayo de 2013

Platónico


Déjeme decirle que sus rizos
Parecen nubes enredadas en el cielo al atardecer
Y que su sonrisa,
Es el último aliento del sol en el occidente.

Que cuando le veo,
Me da la impresión de que levita.
Que sus pies flotan
Para no pisar el suelo que yo piso,
Porque usted no es de este mundo.

Entonces,
Mientras su imagen sigue allí,
Dejo que mis suspiros se vayan en el viento
A ver si al menos ellos
Logran acariciarle las mejillas

Su piel parece porcelana,
Es tan blanca que pienso,
Llega a ser transparente.
Como supongo es su alma:
Clara, tierna...

Y cuando voy a la cama,
Desearía ver su cabello sobre mi almohada,
Para respirarle en el cuello
Y darle besos en los párpados ya dormidos



Daniela Alejandra González Caicedo