Me habían contado de ti y de tu enfermedad, bueno, realmente fragmentos de lo que te sucedía. Te conocí un día que viajé a Ibagué, estaba de cumpleaños tu mamá y le estaban organizando una sorpresa. Tú estabas en el sofá de la sala, cansada y sintiéndote mal porque te habían trasfundido. Eras delgada, con el cabello rubio y con pequeños risos, la piel pálida y tus manos que me daban una pista para saber más sobre ti. Era mitad de año y mi papá estaba pendiente de unas carpas para la celebración del Folclorito del conjunto, me pidieron que fuera a recibirlas y me quisiste acompañar, era de noche y caminaste poco, te dolían las piernas y te llevé alzada hasta allá, igual de vuelta. Y para entretenernos comenzamos a ver un capítulo de Sailor Moon, te iba explicando de a poco lo que sucedía. Te tomé la temperatura y advertí que estabas con febrícula, luego pediste una cobija, subió nuevamente la temperatura y tuviste que tomar acetaminofén.
Si supieras cuanto había evitado donar sangre, tal vez era el miedo por las agujas… Una noche te pusiste mal, estabas sangrando y cuando decidimos ir a tu apartamento tu mamá te llevaba en los brazos ¡Está convulsionando!, dijo. Y mi papá salió con ustedes a Urgencias. Mi mami y yo nos quedamos con tu hermanito e intentamos organizar un poco. A diario veo pacientes, pero que difícil fue esa sensación, saber que estabas así y no poder estar yo ayudándote como médico. No habían plaquetas para transfundirte en la ciudad, entonces empezó la búsqueda, por suerte las buenas personas y el internet existen y desde el grupo de Materias y Electivas (…) yo también puede ayudarte. Sin desayunar, trasnochada y preocupada fui a la Fundación Hematológica e hice mi donación con mi novio y una compañera de carrera… Pero ese mes y medio siguiente estuviste en UCI en tres ocasiones.
Tal vez la mayor esperanza era conseguir un trasplante y había un donante para ti, un cordón que debía llegar hasta Bogotá desde España. Que alegría cuando hablé con uno de tus médicos en el HOMI y me dijeron que estaba a tan solo 15 días… Pero también me dijeron que era el trasplante más difícil por tu patología. Llegaste a la Unidad y te pude ver, aunque recibí un llamado de atención “Las visitas deben ser de mínimo 3 horas” y yo te fui a ver por unos minutos porque me escapé de un seminario de Foniatría. El 30 de octubre solo pude saludar a tu papá porque ya habías entrado de nuevo a la Unidad después de disfrutar algo de la celebración de dulce HOMI. Podía saber de ti mediante el grupo de Whatsapp que habían creado bajo el nombre “Los ángeles de Sofi” para que tus papás nos comentaran que iba sucediendo, como era tu evolución respecto al trasplante.
Pero no supe más de ti hasta el 19 de diciembre, pasó lo que puede suceder, lo rechazaste y lo volvieron a intentar. Recuerdo que escribiste que tenías un dolor de estómago muy fuerte, al otro día te operaron y luego te llevaron a UCI. Hasta el último día, estando en lactantes, pasaba frente a la puerta de la Unidad, miraba al fondo y pensaba que estabas allí. Que ahí había una futura médico, como yo, querías ser pediatra para ayudar a muchos niños como tú, hablabas con mucha propiedad sobre ti… Sofi, quiero pensar que como todos, viniste y te fuiste tan rápido para dejarnos una enseñanza, ángeles como tú tienen siempre una misión. Seguiré mi camino y me acordaré de ti, cuando mire al cielo y sabré que estás en alguna parte de él, sin dolor, sin cansancio, sin mas hemorragias ni idas a urgencias, ni transfusiones, ni biopsias, sin mas preocupaciones, con tu sonrisa.
“- La gente tiene estrellas que no son las mismas. Para quienes viajan, las estrellas son guías. Para otros no son más que pequeñas luces. Para otros que son sabios, ellas son problemas. Para mi hombre de negocios significaban oro. Pero todas esas estrellas son mudas. Tú tendrás estrellas como no tiene nadie...
- Qué quieres decir ?
- Cuando mires el cielo por la noche, dado que yo estaré en una de ellas, dado que yo reiré en una de ellas, entonces será para ti como si rieran todas las estrellas. Tú tendrás estrellas que saben reír !
Y volvió a reír.
- Y cuando te hayas consolado (siempre se encuentra consuelo) estarás contento de haberme conocido. Serás siempre mi amigo. Tendrás ganas de reír conmigo. Y abrirás de vez en cuando tu ventana, así, por placer... Y tus amigos se sorprenderán de verte reír al mirar el cielo. Entonces les dirás: "Sí, las estrellas siempre me hacen reír!" Y ellos te creerán loco. Te habré jugado una muy mala pasada...
Y volvió a reír.
- Será como si te hubiese dado, en vez de estrellas, montones de pequeños cascabeles que saben reír...” (El Principito)
Daniela Alejandra González Caicedo