viernes, 28 de enero de 2011

Ella

Rió y fue tan suave
Que el bosque se inundó de su alegría,
Las plumas de sus alas
Descansaron sobre el prado
Empapado de cristal

La mañana era hermosa,
Un sol cálido y tímido
Se asomaba entre las colinas
Con la intensión de dorar
Aquella piel pálida de terciopelo

Las flores despertaron
Unas tras otras,
Adornando la basta
Alfombra esmeralda

Ella contemplaba
En el más apacible escenario
El lienzo del cielo
Con sus profundas pupilas turquesas
Que parecían gotas de mar

Aún recuerdo la razón
Por la cual se vio obligada a abrir sus alas
Y volar esplendorosa
Bajo nuestras miradas

Su cuerpo ligero surcó el firmamento
Tal vez, con el fiel presentimiento
De encontrar un ángel
Que como ella, amara Soñar

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