Rió y fue tan suave
Que el bosque se inundó de su alegría,
Las plumas de sus alas
Descansaron sobre el prado
Empapado de cristal
La mañana era hermosa,
Un sol cálido y tímido
Se asomaba entre las colinas
Con la intensión de dorar
Aquella piel pálida de terciopelo
Las flores despertaron
Unas tras otras,
Adornando la basta
Alfombra esmeralda
Ella contemplaba
En el más apacible escenario
El lienzo del cielo
Con sus profundas pupilas turquesas
Que parecían gotas de mar
Aún recuerdo la razón
Por la cual se vio obligada a abrir sus alas
Y volar esplendorosa
Bajo nuestras miradas
Su cuerpo ligero surcó el firmamento
Tal vez, con el fiel presentimiento
De encontrar un ángel
Que como ella, amara Soñar
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